Hay tantas cosas que no dije, tantas… tantas que
nunca diré… Suspiro que llega al cielo, suspiro que muere en lo más alto, y
allí tan lejos se queda inerte esperando resucitar como un Lázaro. El suspiro
es el alma de las palabras sin pronunciar, es el alma del que ha muerto antes
de nacer, con todas sus ilusiones o con todos sus errores, es esa puerta que
deja de existir cuando aún con miedo decides cruzar. ¡Suspiro que lanzo al
recordarte, suspiro que mando al infierno cuando rememoro tu presencia,
suspiro… el canto del cisne!

Debiera
decir tantas cosas que sólo digo que el sol saldrá mañana de nuevo. Debiera
contar lo incontable probablemente, pero… para qué, o para quién. Los estigmas
persiguen las sombras de los cuerpos, van siempre detrás en la retaguardia,
observando, acechando, aguardando el mejor momento. La culpabilidad tras el
juicio siempre gana el pleito, cómo buscar la salida, nunca la hay sólo está la
de emergencia ¿Cuál es? Eso mismo, cada cual…; La lucha se hace inútil como
estéril desierto en la noche. Invita al sueño eterno si éste existiera, pero
una vez más, para qué… El dolor y la culpa pesan demasiado, incluso para los
que piensan que están lejos de su radio de acción, ¡Idiotas!.
Todo esto
pudiera ser una estrategia de un alguien superior o de un alguien hábil que ha
encontrado la forma de esconderse tras las invisibles formas del velo, y allí, en
el otro lado manipula a sus anchas divirtiendo aburrimientos perpetuos o dando
sentido a una existencia que los de este lado aún no podemos entender… Pudiera…
¿Decir? En
serio para qué… no existe en este mundo la capacidad de escuchar con el corazón,
aún queda MUCHO para ello, y en cambio tú me exiges que hable… para qué, tú no
lo haces conmigo… sólo escucho palabrería, palabras muertas, palabras secas y putrefactas,
palabras mentirosas… Debo sobrevivir, y lo hago. El corazón sabe, mi corazón
entiende lo que no dices y tu corazón entiende lo que yo no digo, y ahí estamos
nosotros entretanto liándolo todo, con pensamientos torpes y cobardes, con
palabras embusteras y farsantes, todas ellas constructoras de defensas
absurdas, que como en el cuento un lobo sopla la casa de papel inevitablemente.
Ya no es
necesario estudiar la situación, ni siquiera reflexionar, las flores gritan con
sus colores y con sus fragancias, las montañas sonríen con su majestuosidad y
con sus ofertas de superación, la naturaleza, toda ella, la Naturaleza… ¿Sólo
la Tierra? La soledad y la pena responden, todo está en disposición, todo está
a nuestro alcance, sí, la naturaleza muestra todo su Amor, ¿Dónde está el
nuestro?...
Hay tantas
cosas que no te dije, y tantas que me hubiera gustado escuchar, tantas que
quisiera… quisiera…
Vuelve la
muerte, vuelve la agonía de las palabras y con ella el suspiro, un suspiro por
el Amor, pues hay muy poco en este planeta, o… lo hay mucho y se esconde. ¡Nos
da Vergüenza sentir Amor! ¡O Dios, qué sorpresa!
“Érase una
vez un sentimiento, el Amor, era el más grande y poderoso que jamás se hubiera
creado, era tan extraordinario y puro que su creador sintió orgullo de haber
podido plasmar su esencia en todo lo vivo, había logrado introducir su alma en
todo lo que había creado, fue feliz. Pero él tenía un propósito mayor, y era
bastante complejo, para sentirlo era necesario ser merecedor de ello. Para tal
fin, sería inevitable tropezar con las incongruencias propias de la vida en la
materia y su energía pura. No eran incompatibles pero sí necesitaban la una y la
otra de otra tercera ‘sustancia’ para que ligaran bien. Decidió que para tener
consciencia y disfrute pleno del poder del Amor los vivientes cualquiera que fuese
su forma y naturaleza, necesitaban encontrar ese ingrediente secreto, uno que
estaría a su alcance en todo el transcurrir de su existencia pero oculto a sus
ojos. Debieran encontrarlo sólo con tener fe en uno mismo…”
Tantas palabras
muertas, tantas abortadas, tanta vergüenza camuflada o disimulada, tanta máscara
para tapar el Amor,… A veces me pregunto de qué coño hablamos, cómo podemos
seguir viviendo con tanta infelicidad aparentando otra cosa, cómo es posible
que el cuerpo aguante, con qué fuerza puedo contar yo para seguir la lucha de
mañana. La esperanza para encontrar ese ingrediente y dejar de sentir vergüenza
verdaderamente debe ser inmensa, mientras tanto escribo esto que no sé que es…
NOTA: Según la R.A.E. Vergüenza: 1.- Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena.
"Debiera contar lo incontable probablemente, pero… para qué, o para quién"
ResponderEliminarPues por que, casualmente, existirán otras Almas que tengan que leer y sentir tus palabras, supongo que así lo acordamos, y les harás meditar sobre las suyas y tener consciencia de sus "palabrerías". Quizás seas su llave aquella que les abra la puerta del Amor. ¡Ayyyy!