domingo, 25 de noviembre de 2018

La Llave

 ¡Medicina para el Alma! Leíste, el anuncio te pareció una señal de los Dioses, llegaba en el mejor momento pues sentías que ya no podías más. Tu vida había transcurrido como las demás vidas, al menos en apariencia. Pero sabías que las bocas de esas vidas no contaban la verdad. Ninguna contaba historias fantásticas de brutales guerreros, todos ellos con un mismo rostro, un rostro que cada una podía contemplar al mirarse al espejo cada mañana. Ninguna contaba como las guerras innumerables tenían lugar en un campo de batalla muy especial, en un silencio que demolía sueños sin nacer, un silencio dueño y señor de su interior. Sí, esas batallas se libraban en el interior.
   Algunas batallas parecían no tener sentido pues los tratados de paz habían sido firmados ya, otras aparecían por sorpresa, y otras en cambio, no parecían terminar nunca, repitiéndose una y otra vez, cansinas, dolorosas y destructoras que no hacían otra cosas que alargar la agonía de la vida en cuestión, día tras día, año tras año, frustración tras frustración…
   Esas batallas eran las que te habían llevado al agotamiento, a la hartura, a perder la esperanza en ti mismo y en los demás. Te habían llevado al peor de los casos, al engaño, el más grave, el dirigido hacia ti mismo, y al consecuente, hacia los demás. Construyendo caretas, disfraces, pantomimas,… emulando una realidad inventada y artificial que irremediablemente llevaría al origen de más batallas…
   Conclusión, todo el mundo batallando internamente y jugando a la guerra entre sí, disfraz a disfraz, mentira frente a mentira. Lógico que se vaya la vida en ello.
   Pero bueno, el Alma quiere estar sana, y aunque pareciera estar prisionera, es sabia y sabe muy bien lo que hace, incluso cuando observa las guerras absurdas, ¿Quien pensaría que ha sido ella la que las ha provocado?...el osado que lo hace se pregunta a continuación ¿Para qué?...
   Entró en la habitación del tipo del anuncio, había un no se qué…, transmitía calma y serenidad, se sentía a gusto. Aquel hombre le invitó a sentarse, le miró a los ojos y le dijo – Así que tu Alma está cansada y necesita una recuperación, ¿no?..., no te preocupes, seré breve, el tiempo es un bien muy valioso. – Sólo pudo asentir con la cabeza, la verdad es que  no había nada más que decir. – El procedimiento es muy sencillo, te voy a dar este símbolo, es una llave, y durante tres días seguidos lo mirarás por la mañana al levantarte y al acostarte. En la mañana cuando lo mires te preguntarás en voz alta ¿Quién soy? Y por la noche ¿Hacia dónde voy? Durante el día cuando te venga una respuesta a alguna de esas preguntas, vuelve a mirar el símbolo y cerrando los ojos imagínate una puerta y con la llave la abrirás, no dudes, sigue lo que tu imaginación te muestra, aunque parezca una tontería o estupidez. En un cuadernillo escribe todo lo que experimentes o si lo prefieres, sólo la respuesta. Pasado los tres días, lee todo lo escrito. Es una poderosa herramienta, conocerás  tus sentimientos y emociones, lograrás ponerles nombres adecuados, a entender tu mundo interior, a definir tu Ser, llegará un momento que lo reconozcas y la alegría hará bailar a tu corazón, esa será la prueba de que has abierto la puerta adecuada. Es posible que tres días no sean suficientes, puedes repetir el ejercicio cuantas veces quieras o necesites. Cada puerta abierta será una lección aprendida, un rincón de ti al que pones luz, una carga menos que quitarás a tu Alma y una batalla concluida, llegará el día que ya no necesites entrar más en guerra pues la verdad será tu único estandarte…
   Pasaron muchos días, mucho escrito, mucho llanto, mucha incomprensión, mucho peso cargado a unas espaldas, mucha idiotez, mucha soberbia y mucha ingenuidad también, mucho dolor soportado y mucho dolor administrado, mucha hipocresía y mucha cobardía...
   Muchas puertas abiertas hasta llegar a la puerta de la valentía. Cuando hubo cruzado, se sentó y contempló,… por primera vez esa vida tuvo sentido. El coraje recorrió cada poro de su cuerpo pues fue capaz de contemplar sin apartar la mirada todas las puertas que había abierto, todas a un tiempo, todas y cada una de ellas, y no sintió pena, culpa o vergüenza, la sorpresa fue sublime y maravillosa pues  sólo pudo contemplar belleza y amor. Allí observando esa obra de arte lloró pero de alegría. Y en ese estado de plenitud se preguntó ¿Necesito abrir alguna puerta más?...Se guardó la llave cerca de su corazón por si acaso…

No hay comentarios:

Publicar un comentario