viernes, 30 de enero de 2015

Colibrí, La Levedad del Ser




   Alarde de sinceridad lograra entrar en ese momento como viento abriendo ventanas, el atasco que su cabeza pudo retener antaño, exoneraba los vacíos, los llenos, los eternos silencios y los ruidosos alborotos, todo escapó al fin, libertad añorada, vino a ella como ángel guardando a un amado e indefenso bebé…


   La confusión no dejaba cortar  los lazos que construyera desde siempre y que la ataba a las patas de una “cama”. Allí confundida y olvidada, descansaba en el confort del no cambio. Un colchón raido a trozos pero cómodo al fin y al cabo; a veces para protegerse y que el miedo no la sacudiera en exceso, lo cargaba en su espalda, y de esta forma andaba por este mundo de Dios sin poder levantar la cabeza y contemplar las maravillas del Sol.

   No quería estropear  los anónimos suspiros de los altares del cielo, con sus collages de nubes rosas y con sus azules que calman hasta las histerias de los malvados luciferes, ella siempre a merced de… lo que sea. La lucha interna en cambio, conseguía que la Vida pasara por sus habitaciones como agua furiosa descubriendo torrentes de lava que hacían mover su maquinaria, pero de todos es sabido qué quien juega con fuego… se quema. ¿Jugar? era algo que sólo ella creía pero sí que era cierto que se quemaba. Con el corazón achicharrado y las venas carbonizadas, arrastró su último suspiro hasta la montaña, no cualquier montaña, aquella que sólo existe una vez y que sólo existe para uno…

   Faltaba muy poco para llegar a la cima, descansó en un remanso de sosiego que un recoveco en la dura roca brindó amable a su triste, extenuado y molido ser. Pudo respirar  tranquila, y pudo saborear de sus últimos deleites al contemplar  la belleza de esta Tierra nuestra, ¿Últimos? Bueno, eso era lo que ella creía. Un instante de quietud, de placidez absoluta y aquel cuerpo durmió como los pastos de hierba fresca a la luz de la luna llena. Allí en ese mundo de fantasía en el que el mar habla con susurros dulces al oído  y los árboles cantan con sus hojas al viento, despertó de la real pesadilla.

  
<< ¡Amada Muerte!, que llamas a esta tu sierva con cantos de dulzura oscura y envolventes suspiros de azorado embelesamiento, a ti me doy por entera pues entiendo que terminado está mi menester en esta Tierra>> Musitó con gacha cabeza y con brazos extendidos con sus manos  abiertas, pero como de costumbre las cosas no acontecían como si tuvieran dueñas. Un ligero vientecillo refrescó su afligido rostro que hizo levantar el vuelo de sus ojos para encontrarse con aquel maravilloso animalillo del paraíso. Batiendo sus alas un hermoso colibrí con pecho destellando verdes y azules diamantes como mezcla divina de un corazón gigante y el Amor que en él cupiera. Un pequeño pajarillo que pidiendo permiso con su delicado volar se posó en aquellas manos extendidas que no obstante esperaban el viaje de la Muerte.

   <<No es posible que creer quisieras que tu fin llegara de esta manera. No es posible que en la inocencia pura de tu Alma diluir pudiera el engaño en tu sabia cabeza. No es posible que el dolor tan grande fuera que tu consciencia nublar consiguiera. No es posible…>> Aquel mensajero  celestial su frente tocó diluyendo así su niebla y ella, de rodillas cayó en la tierra, como se desploman los árboles asesinados con la fría hacha del leñador aburrido y hastiado. Brotaron lágrimas como lagos tras los fríos inviernos, y con esas  lágrimas las sombras que envolvían la entereza de su Alma, resbalaban por un entendimiento que florecía como rosas sin espinas.

   <<Sin esperar un resurgir de la osadía oculta, la valentía que dejabas saborear a tus sentidos, fueran las camufladas por las defensas de tu estrategia. Tu trabajo se te antojara ser la carne del cañón a disparar, con los crudos florecidos como estandarte de tu sangre, siempre en la disidencia del sufrimiento, con las llagas esperando en tu ley universal, una ley que sólo para ti funcionaba, que sólo con tu nombre brillaba, y en esa creencia, la Vida se aleja pues tus manos la sueltan, y en el abrazo de tu regazo perdiéronse los abatidos desesperos. Las experiencias para ti se quedan y las enseñanzas en tu Alma se deleitan. Lo sabes, es aquí y allí que es sabido que lo sabes, más los anhelos por la Muerte encontrar y por ende, en el fracaso nadar aunque las fuerzas del fondo del abismo logras encontrar, indicios son de una verdad no revelada, ¿Sabes cuál es esa verdad?>>

   La libertad llega cuando el corazón se expande y su fruto cautiva a la razón con el Amor de la Sabiduría, los ojos de par en par vieron, los oídos de par en par escucharon, y la risa destruyó todos los ecos de una montaña. Ella galopó por los confines del viento y las nubes ya no eran rosas, pudieran ser de cualquier color, y los azules ya no eran una osadía exclusiva de los dioses. Aquella revelación resultó ser toda una rebelión: ¿Fracaso? Puerta abierta a otra solución. ¿Dolor? Oportunidad de sanar. ¿Mentira? Creencia obsoleta a renovar. ¿Sufrimiento? Obcecación que requiere de repaso. ¿Desesperanza? Soberbia que requiere humildad por falta de Fe. ¿Deseo de Muerte? Cansancio… Y seguir, seguir, seguir… AMOR POR LA VIDA.

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