…Arrancó
de cuajo el vestido, quedó desnuda ante el espejo, aquello era real no era una
paranoia suya, esas alas estaban ahí delante de sus narices…
Una mortalidad inmortal…
Volvió a esa imagen inquietante
pero hermosa, esta vez acarició esas alas con sus manos, la suavidad y la
calidez le hicieron llorar. Toda su vida había pensado que era alguien
insignificante, “algo” que puede ser pisoteado al antojo de un mal día, una diversión
o cualquier otra atrocidad existente pero aquello tan…extraordinario, salía de sus espaldas, de su cuerpo. Un hilo
de pensamiento, una unión entre corazones de un mismo ser, algo incomprensible
pero así lo sentía. Los milagros a veces
existen y aquello no se alejaba en absoluto, su imagen era lo más parecido a la
idea que ella podía tener de un ángel, y
en esa amplitud, en esa revelación halló la respuesta, todas las respuestas, realmente
era un ángel.
Sonrió por primera vez en mucho
tiempo, porque la apertura que en su consciencia tuvo lugar abría las puertas
del paraíso, un paraíso en la Tierra… Bajó su mirar, y regresó su cabeza al
mundo, y en él abrazó el reconocimiento y el guiño.
El frio y doloroso impacto de sus
rodillas contra el suelo no fueron suficientes para disuadir aquella sensación,
volvió a llorar, esta vez el ser humano que aquel ser habitaba se rompió de la
emoción. Las manos recogidas en el pecho, y la voz temblorosa del que
despierta, articuló un sentir de lo más hondo de un corazón, “Lo siento, siento
no haberlo hecho mejor”…
Claridad que duele y claridad que
libera, los rostros de las piedras que soportaba desde años fueron
presentándose ante sus ojos con nombres y apellidos, y allí mismo en ese
instante y ese lugar fueron perdonados y pedidos perdón a un tiempo. Pero había
un perdón difícil de aceptar, el propio… Existe una capacidad inherente al ser
humano que no tiene fecha, ni tiene itinerario, surge cuando uno está preparado,
no surge ni antes ni después, es el recuerdo. Recordar quienes somos en
realidad. El espíritu baila en un mar de risas cuando eso ocurre, en esta
ocasión bailó como nunca.
<<Existió al principio de
los tiempos en el que el fin no era pensado, el “Dios-Universo” que era Todo, y
en su infinito Amor halló el deleite de la expansión, era aquella su obra cuyo
nombre después de muchos eones denominaron Vida. En esa vida Dios-Universo
encontró forma de estar y existir en cada una de las diminutas partes que
conformaban el Todo, y cada una de esas partes eran Él mismo y eran él parte.
Decidió como regla de existencia y evolución poner más luz en las partes que
sucesivamente eran creadas en expansión. De esta forma esas partes-seres debían
expandir por y para si mismas la creación y la luz, y además para todas las
partes-seres de las que provenían, como piezas de un puzle que formaban un
mismo ser. Existían unas partes-seres que eran llamados ángeles, éstos eran
portadores de una inmensa Luz y un inmenso Amor, de tal manera que para
continuar con la expansión y evolución, accedieron bajar a los “infiernos” y
vivir numerosas vidas mortales, lidiando con la cruda dualidad propia de un
mundo plenamente material, contando sólo con el libre albedrío y a su pesar,
con el olvido. Era preciso para la evolución que esos seres sumidos en la
postergación de la oscuridad, recordaran quienes eran y de dónde procedían,
siendo ese recordar la puerta para que la luz pudiera expandirse y esparcir así
sus semillas, como futura madre…>>
El espejo ahora parecía hablar
amablemente, secó sus lágrimas, verdaderamente lo que sentía en aquel momento
era no haberlo hecho mejor, pero entendió que todo ocurría por una razón incluido
los errores, incluido los mal llamados “pecados”, todos ellos triquiñuelas para
incitar al recuerdo, no importaba lo que llevara llegar a ello, formaba parte
de su trabajo en la Tierra. Su vida tuvo sentido, la Vida tuvo sentido, para qué vino a este mundo…para expandir la creación y expandir la luz. Abrió la puerta
y salió corriendo a la calle, el sol acarició su rostro y le dio un beso de
complicidad, quiso mezclarse entre las gentes, aquella hora era propicia. El roce
con sus hermanos le causó una gran sensación de plenitud, no estaba sola, abrió
los ojos bien para ver, era la primera vez que miraba la realidad tal cual era.
Una imagen mágica y espléndida, todas aquellas personas sumidas en sus “tristes”
vidas, envueltas en sus preocupaciones, grandes sin saberlo… todas y cada una
de ellas héroes. Se paró para contemplar bien todo ese espectáculo, personas andando
cada una a su ritmo cada una con su par de alas, ángeles en las calles, ángeles
habitantes de este mundo luchando por recordar...
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