jueves, 22 de marzo de 2012

Solo por Hoy No te Enojes

                 Principios del Reiki
 
 

            El enfado, la ira y la rabia, son emociones que forman parte del complejo sistema de defensa del Ser Humano, y lo son desde que el hombre es hombre. Lógicamente en los tiempos que corren, las amenazas no son las mismas que en la prehistoria pero es evidente que de alguna manera u otra nos sentimos amenazados, ya sea física, mental, energética o emocionalmente por todo lo que nos rodea, incluyendo objetos, personas o situaciones.
 
            Como emociones que son, tienen carácter involuntario y requieren una reflexión cuando se producen, ese es su cometido, dar la alarma para que actuemos ante una situación que nos acecha, o atendamos a una demanda de nuestra consciencia para elevar nuestra evolución personal o espiritual. Cuando no le damos el tratamiento que requieren, los estallidos constantes de ira pueden producir episodios de violencia, y con el paso del tiempo, alimentar y dar lugar al nacimiento de un sentimiento como el odio o el resentimiento, los cuales son altamente dañinos y perjudiciales para la salud. La rabia afectaría especialmente al sistema digestivo (intestinos y estómago), y al hígado, siendo este último órgano el encargado de filtrar esta clase de energía.

            La Ira es una forma de indignación súbita despertada por alguna situación de las siguientes:
            - Las injusticias y los abusos
            - La agresión física, verbal o gestual de otra
             persona
            - La frustración o impresión de incapacidad para
             realizar una tarea
            - Cambios repentinos e imprevistos del entorno
            - Invasión del espacio personal
            - Necesidades no satisfechas como la sed, el hambre o el sueño.

            El procedimiento a seguir para dominar esta emoción comenzaría con devolver al cuerpo el estado de relajación. No olvidemos que es involuntaria, una vez somos conscientes de que estamos inmersos en la emoción, parar e intentar controlarla con diversas acciones o métodos: respirar hondo repetidas veces, pasear al aire libre (Abrazar a un árbol o andar descalzos en tierra facilita muchísimo el descargue de esta energía), mojar la cara con agua fría, dar un puñetazo a una cojín o hacer ejercicio físico,…

            Una vez recuperado el estado de quietud, llegaría la reflexión, para ello debiéramos  de ser honestos y sinceros con nosotros mismos. Culpar al otro o incluso, enmascarar la situación con una actitud hipócrita con el propósito de simular bondad o espiritualidad, ­sería como lavar un coche por fuera para venderlo mientras el motor está averiado. No es lo mismo: “¡Esa persona, Me está atacando!”, que “¡Yo, me siento amenazado y vulnerable ante esa persona!”. Es bastante diferente, mientras en el primer caso, existe una amenaza real y del exterior, en el segundo, se está poniendo de manifiesto una clara carencia y una baja autoestima, que una vez recuperada, resultaría indiferente y sin efectividad el mismo ataque.

            El siguiente paso sería el mantener a raya lo que yo he llamado el "Ruido de Fondo”, sería esas conversaciones o diálogos mentales interminables, los cuales llevan de un asunto a otro, con el único objetivo de alimentar la furia. Es normal que diálogos mentales tengamos durante gran parte del día de asuntos cotidianos, esto no es nocivo e incluso puede ayudar a ordenar las ideas u organizar las tareas. Pero cuando estas “charlas” son iniciadas por una situación que ha provocado enfado o ira, puede conducir a verdaderas alteraciones de la visión de la realidad, a distraer a la persona con basura mental y llegar a conclusiones peligrosamente irreflexivas.

            La Meditación, el Reiki y Ejercicios de Consciencia, tales como ponerse en el lugar del otro,  entender que todo es relativo, que el Amor y la Compasión son las herramientas más eficaces para disolver la oscuridad en la batalla de la dualidad, ayudan a silenciar al Ruido de Fondo, lo cual a su vez, dejaría estéril la matriz de engendrar rencor, odio y resentimiento.

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