Un escalofrío recorre mi cuerpo, estoy viva supongo. Respuesta involuntaria
a modo de reacción de una masa física, todo indica que los mecanismos
correspondientes, sean los que fueren, están estupendos. Siento la flacidez
propia del desaliento, de la impotencia y la desilusión. Ese escalofrío movió
todo el sequito de desmotivación y las sacudidas abofetearon sin querer a un
corazón cansado. Insuficiente me temo, para poner en marcha el motor de la
acción, al menos hoy no…
El silencio quizás en otro tiempo
salvara vidas, las mías y las de otros, hoy se convierte en la ventana por donde mirar, desde ese hueco
se puede ver lo de dentro y lo de fuera. A menudo desgarra el alma contemplar
sin poder hacer nada, otras en cambio, te muestra un velo a través del cual
puedes intuir siluetas de lo que parecieran personas, es un privilegio pues
todas las combinaciones posibles te invitan siempre al aprendizaje, aunque a veces,
no están exentas del dolor.
Las comisuras de los labios hablan por sí solas, incluso cuando se finge
o se intenta una sonrisa, las heridas han esculpido como en la piedra su
signatura. No existe el lugar perfecto
para perderse salvo el mundo interior, allí no entra nadie.
No puedo olvidar, quisiera, pero los pasajes del presente golpean mi
rostro para que mire atrás, todavía queda algo sin arreglar... Las palabras se
me echaron encima, todas aquellas cosas que no pude decir, todas aquellas
réplicas justas o no, pesaron de golpe como sacos de cemento aplastando a una
hormiga. ¡Maldita Decepción! Vuelve con más fuerza, el olvido se antoja utopía
hermosa e inalcanzable. Tú, de nuevo tú, y tras de ti, el resto.
No puede la energía estancada quedar en un corazón salvaje, su fuego evaporaría
los pozos sin fondo de todos los confines posibles, es por ello que salen sin
remedio, sin impedimento. El volcán entró en erupción. Salva Dios si puede los
horrores de la verdad, que fluyen como ríos por los rincones hasta ahora
oscuros y ocultos. Salen de las sombras pues de ellas como madres paren los
hijos que al nacer ven la luz.
Palabras salen de mis manos, de mi corazón y
de mi alma, palabras que ven la luz a través de la escritura. Pude hacerlo y lo
seguiré haciendo, una forma como otra cualquiera, hasta que los días
desaparezcan de mi memoria y los ojos cierren para volver a casa. Gracias
palabra viva, gracias palabra escrita…
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