viernes, 9 de diciembre de 2011

¡Maldita Decepción!

 

   Un escalofrío recorre mi cuerpo, estoy viva supongo. Respuesta involuntaria a modo de reacción de una masa física, todo indica que los mecanismos correspondientes, sean los que fueren, están estupendos. Siento la flacidez propia del desaliento, de la impotencia y la desilusión. Ese escalofrío movió todo el sequito de desmotivación y las sacudidas abofetearon sin querer a un corazón cansado. Insuficiente me temo, para poner en marcha el motor de la acción, al menos hoy no…

El silencio quizás en otro tiempo salvara vidas, las mías y las de otros, hoy se convierte en  la ventana por donde mirar, desde ese hueco se puede ver lo de dentro y lo de fuera. A menudo desgarra el alma contemplar sin poder hacer nada, otras en cambio, te muestra un velo a través del cual puedes intuir siluetas de lo que parecieran personas, es un privilegio pues todas las combinaciones posibles te invitan siempre al aprendizaje, aunque a veces, no están exentas del dolor.

   Las comisuras de los labios hablan por sí solas, incluso cuando se finge o se intenta una sonrisa, las heridas han esculpido como en la piedra su signatura.  No existe el lugar perfecto para perderse salvo el mundo interior, allí no entra nadie.


  Una pantalla en blanco, una hoja sin escribir y el corazón desbordando letras. Las manos extenuadas descansan en un esperar de órdenes, nunca más volvieron a verse tan en calma, los brotes se dieron como palomas tras las migajas que unos niños dan en su juego. Sabía que pasaría, todo es cuestión de tiempo, el silencio derramó su razón de ser y tras las observaciones pertinentes y obligadas, pude hacerlo y lo hice, al menos de esa forma…

   No puedo olvidar, quisiera, pero los pasajes del presente golpean mi rostro para que mire atrás, todavía queda algo sin arreglar... Las palabras se me echaron encima, todas aquellas cosas que no pude decir, todas aquellas réplicas justas o no, pesaron de golpe como sacos de cemento aplastando a una hormiga. ¡Maldita Decepción! Vuelve con más fuerza, el olvido se antoja utopía hermosa e inalcanzable. Tú, de nuevo tú, y tras de ti, el resto.

   No puede la energía estancada quedar en un corazón salvaje, su fuego evaporaría los pozos sin fondo de todos los confines posibles, es por ello que salen sin remedio, sin impedimento. El volcán entró en erupción. Salva Dios si puede los horrores de la verdad, que fluyen como ríos por los rincones hasta ahora oscuros y ocultos. Salen de las sombras pues de ellas como madres paren los hijos que al nacer ven la luz.
   Palabras salen de mis manos, de mi corazón y de mi alma, palabras que ven la luz a través de la escritura. Pude hacerlo y lo seguiré haciendo, una forma como otra cualquiera, hasta que los días desaparezcan de mi memoria y los ojos cierren para volver a casa. Gracias palabra viva, gracias palabra escrita… 



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