jueves, 23 de agosto de 2012

Una Persona Cualquiera


   Un día conocí a una persona cuyo nombre ahora no es importante, una persona cualquiera me decía siempre. Esa persona tenía un sueño, creía que había venido a este mundo para realizar un trabajo muy especial, debía salvar a la Humanidad.

   Realmente era una persona corriente, no tenía un gran trabajo ni disponía de una gran fortuna, lo justo para poder comer y dormir bajo un techo aunque de vez en cuando se daba un caprichico, así llamaba el disfrutar un poquito de la vida. Tampoco contaba con una deslumbrante belleza y tampoco contaba con conocidos sobresalientes, un grupo de amigos de los de siempre, reducido pero muy bueno.

   Esta persona sufría en lo más oscuro del silencio, pues aunque buscaba y buscaba más allá, no encontraba respuesta a su incesante pregunta ¿Qué es eso tan grande que debo hacer para ayudar a este mundo? No eran aires de grandeza, realmente sentía que debía hacer “algo” para ayudar a mucha gente, pero su pensada incapacidad para hacer algo a lo grande y la desesperanzadora decepción del proceder de la Humanidad hacían de su noble sueño la peor carnicería hecha pesadilla. Sus luchas internas acontecidas a diario, hicieron de esta persona cualquiera un ser bastante solitario, algo triste y en ocasiones, presa de la enfermedad.

   En una de sus luchas este guerrero inagotable se paró, quedó inmóvil en el centro mismo del campo de batalla como un tieso poste y miró sus manos ensangrentadas, acto seguido alzo la vista al horizonte, nada ni nadie, solo estaba él en el vasto campo. Comprendió en ese mismo instante que se había declarado la guerra así mismo desde siempre y de rodillas cayó avergonzado ¿Qué he hecho? Se dijo echándose las manos a la cabeza.

   Alguien a lo lejos se acercó, ayudó al “Guerrero cualquiera” a levantarse y con voz suave pero firme le preguntó ¿Sabes que a este planeta lo cubre la oscuridad? Sin esperar respuesta volvió a preguntar ¿Sabes que la luz la ponéis los seres humanos? El Guerrero-Persona cualquiera miró a los ojos de aquel extraño ser y logró articular palabra ¿Quién eres? Aquel extraño sonrió y dijo Desde hace mucho tiempo vienes demandando una respuesta pero hasta que no has dejado de hacerte la guerra no hemos podido dártela, no se nos estaba permitido. El extraño cogió a la persona cualquiera del brazo y lo condujo a la cima de una montaña en la que se veía toda la ciudad. Imagínate al planeta con luz del sol durante todo el día y en todos sus rincones, si una persona enciende una vela ¿Crees que ocurrirá algo excepcional? Sin opción a réplica prosiguió Imagínate ahora a ese mismo planeta en la más negra de la oscuridad, si una persona enciende una vela esa pequeña luz puede verse incluso a kilómetros. El guerrero cualquiera aún metido en su asombro, dijo con voz temblorosa Pero… el planeta es muy grande para iluminarlo con una insignificante vela.  El extraño volvió a sonreír y echando mano de su paciencia continuó diciendo ¿Has estado enfermo alguna vez? Si… dijo la persona cualquiera sin saber muy bien a que venía esa pregunta ¿Te has recuperado rápidamente pues ese estado no te gustaba? Las siguientes preguntas surgieron como cascada de agua fresca ¿Te ha dado miedo algo y has logrado vencerlo después? ¿Has ayudado alguna vez a un amigo? ¿A un desconocido? ¿Has aprendido y adquirido consciencia cuando has hecho algo inapropiado? ¿Has sido responsable de tus actos incluso habiendo hecho daño? ¿Te has superado alguna vez? ¿Cuántas? ¿Has actuado con Amor en alguna ocasión? ¿Has entendido? ¿Necesitas que siga? Terminó diciendo el extraño y manteniéndose en espera. La persona cualquiera dijo frunciendo el ceño Si, ya sé a donde quieres llegar, por supuesto que he hecho en mi vida cosas de ese tipo pero también me he equivocado, y me he enfadado y he sido presa de la ira, de la envidia, del sufrimiento, de la desesperación, de la impaciencia, de… y se echó a llorar, no pudo seguir y en su mente pasaron velozmente todas las atrocidades que el ser humano puede llegar a realizar, que una persona cualquiera puede llegar a hacer.

   Esta vez el extraño consoló a la persona cualquiera y poniéndole una mano en el hombro dijo, Creo que aún no has entendido, verás, la oscuridad es oscuridad, ¿Qué pasa cuando le sumas un cero a un cero? ¿Qué pasa cuando dibujas un punto negro sobre un punto negro?... Ya se está en un entorno oscuro, pero en vez de valorarlo como algo peyorativamente negativo imagínate que es el útero materno, es oscuro sí pero de él nace la vida. ¿Qué pasa cuando le sumas un cero a un uno? ¿Qué sucede cuando en un cuarto oscuro enciendes una pequeñísima bombilla? El extraño hizo una pausa y miró al cielo, cuando bajó la vista miró fijamente a la persona cualquiera, Recuerdas las preguntas que te he hecho antes, imagínate que cada vez que decías un SI enciendes una vela y cada vez que la respuesta era NO, simplemente no haces nada. Un ejemplo ¿Has superado un miedo? Si, pues tú enciendes una vela. Ahora vuelve a imaginar que esas velas se mantienen a lo largo de toda tu vida y que ocurre de igual forma para todos los seres humanos. Quiero enseñarte algo y así creo que lo entenderás mejor, debes darme la mano y confiar en mí. La persona cualquiera decidió dejarse llevar y dió la mano a su extraño amigo, y ambos se alzaron al cielo como ángeles. Cuando hubieron subido a una altura tal que el planeta Tierra se veía en su totalidad, se quedaron suspendidos en la quietud del espacio.

   El amigo extraño preguntó ahora a la persona cualquiera ¿Qué ves? Veo… ¡Es maravilloso! La Tierra enorme bajo mis pies, y yo lo puedo ver es… alucinante. ¿Recuerdas la vela que has encendido antes de “salir volando”? Si claro… Concéntrate y fíjate en ella desde aquí. En ese momento algo cambió, lo cambió todo. Brotaron de los ojos de aquella persona cualquiera, lágrimas de alegría y de agradecimiento esta vez. Cuando se hubo fijado en aquella pequeñita lucecita aparecieron ante sus ojos todas las demás, todos aquellos miedos vencidos, todas aquellas pruebas superadas, todas las veces que se levantó después de haber caído, todas las veces que hubo amado, todas y cada una de las velas encendidas a lo largo de su vida y con asombro pudo contemplar como todas sus “lucecitas” podían iluminar un estadio de futbol entero. Pero no quedó ahí, siguió mirando, y volvió a maravillarse, pues su luz pudo ayudar a otras personas que estaban a oscuras a encender sus propias luces y éstas a su vez lograron iluminar otros tantos estadios de futbol… La emoción invadió todo su corazón cuando al mirar en conjunto a toda la Tierra la vió iluminada por pequeñitas luces. Y entendió al fin y al hacerlo dió las espaldas a la Tierra para contemplar al Universo, un inmenso mar oscuro con infinidad de estrellas, con infinidad de lucecitas…

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