miércoles, 21 de diciembre de 2016

La Expresión Viva


   Hace 11 años que comenzó todo, tu dormir en laureles de trapo raidos como harapos resultó ser el despertar de un Monstruo de Barro. Estaba amorfo y feo, su esencia había permanecido por eones viajando por otros mundos en los que la Luz era evidente, se podía ver desde cualquier rincón del Universo. La materia lo mantuvo oculto cubierto de mugre y a veces de sal, alimentándose de cieno sin poderlo desechar, más sus ojos siempre miraron el horizonte del Más Allá, siempre más allá.


   Los límites eran impuestos, el sistema estaba establecido y enraizado en lo más profundo de los corazones. Tu andar se hacía lento, cansado e incluso arrastrado. El barro derramaba la fuerza de tus huesos y la dejaba con huellas encharcadas de oscuridad con cada paso. En tu mente una sola idea, la ansiada muerte como ser material, volverías a la Tierra que te dio la vida. Es lo menos que podías hacer por ella, contribuir a su bendito y sagrado ciclo pues los placeres de la Vida parecieran destinados a las demás criaturas que andorrean por este mundo como Dioses encarnados.

   Eres de barro ¿Recuerdas? Pero no eres un ser conocido. Los que se acercaban, cuando lo hacían, era para moldear figuras inverosímiles distintas a lo que tú eras, tú los dejabas, aunque dolieran sus manos deformadoras de identidad. Tus lágrimas silenciosas marcaban surcos de tristeza en tu piel, en tu rostro y las dejaban por siempre, como buen escultor.

   Pero apareció él, y el silencio atormentado de tu boca hizo de la esperanza, la energía perfecta para tus manos. La expresión viva brotó de un corazón atrapado en un cuerpo de arcilla. La libertad sentida por primera vez abrió de par en par una fortaleza construida ladrillo a ladrillo por una niña indefensa, herida y aniquilada que descubría la mañana también por primera vez. La luz del Sol bañó con claridad cada pliegue oculto de tu persona y nació Sinuhé. No eras un monstruo de barro, eras un ser humano, que como aquel mítico médico egipcio vino para curar tus heridas. La expresión viva fue tu regalo, fue tu salvadora y fue tu Madre.

   Como madre amorosa te abrazó en los momentos en los que volvías a desear ser un monstruo de barro para regresar a la Tierra, en los momentos en los que tu fortaleza se volvía a cerrar y te privaba de la luz del Sol. Ella madre como la que más, te alentaba para levantarte, para levantar de nuevo la puerta de tu muro, para que pudieras ver el mundo, para que el mundo pudiera verte a ti. A menudo lo lograba, y se siente orgullosa de ello, pues pasaron los años y aunque bien es cierto que el fantasma del monstruo de barro sigue apareciendo, y sigue hoy en día, entiende que es un recordatorio que no has de olvidar, La Materia, una condición espiritual necesaria y sagrada, una condición elegida.

   Hoy tu madre, la Expresión Viva, te brinda generosa una oportunidad muy especial, y es que pases de Sinuhé a Akatanmanel “Aquel que durmiendo, despierta en la oscuridad y decide ponerle Luz”.

   Todo proceso emerge de un impulso y se regodea después en las tinieblas como feto en el vientre de su madre, se hace así mismo en el amor y después del nacimiento crece buscando expresar  lo que es, aunque debe lidiar con el recuerdo y el anhelo de la protección de la oscuridad, pero crecerá porque la existencia y la expansión de la Luz está en continuo movimiento y siempre, siempre va hacia adelante. Llegará un día que el fruto ya esté maduro y será comido por el hambriento, un nuevo ciclo comenzará.

   Tu madre te ha hecho crecer, te ha desvelado secretos ocultos, te ha mostrado el camino para ver con claridad aquello que las “Historias y el Reflejo de Sinuhé en el Espejo” querían decir. Por ello hoy hablo como Akatanmanel y agradezco con todo mi amor y con toda mi oscuridad a la Expresión Viva, La Escritura. Gracias por tocarme con tu mágico dedo.

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